Las guarras
Hola queridos fieles, que abandonados os tengo en este mi mar de pensamientos y de ira contra los Machos Ibéricos de pro.
Largo tiempo es el que no dedico a este mi blog, pero debo aclarar que aparte de un par de fallos de tipo coyuntural, la falta de material de estudio ha hecho que mi inspiración se haya visto mermada. Pero bueno, tras este año de tregua, pronto volveré a reunirme con mis queridos amiguitos de polla volátil.
Pero hoy vamos a hablar de un tema que también preocupa a muchas mujeres de bandera como una servidora: Las guarras.
Las guarras, esas mujeres que son la versión femenina del macho ibérico, que hacen todo lo que sea por pillar, que nos ponen mucho más difícil si cabe nuestro camino en la búsqueda de nuestra versión de Jesús de Nazaret. No juegan limpio, no respetan las reglas de “Niña, no te pongas minifalda y escote que no se puede ir dándolo todo” que con mucha sapiencia nos enseñaron nuestras queridas madres. Esas mujeres que no dudan en quitarte sin ningún escrúpulo al macho que llevabas toda la noche camelándote por las buenas.
La proporción de guarras suele variar dependiendo de su procedencia, pero sobre todo, de lo buenos que estén los tíos de alrededor. Cuantos más tios buenos, más guarras.
Luego están también las guarras mercenarias: Esas guarras que son guarras conocidas, y que todos los machos Ibéricos consideran en su lista como plan B, C o Z si nada más cae. Suelen conocerse en radios de kilómetros, atribuyéndose a la comarca. En mi opinión, deberían incluirse en las guías de viaje: “Y en la comarca de la demanda, podrán gozar de los placeres carnales si buscan a la señorita R.”
Las principales tácticas de “la guarra”: Refrote de cebolleta siempre utilizando como primer recurso; lucimiento de chichi, el género hay que tenerlo bien expuesto; Conjunto de gestos lascivos, y por supuesto, persecución, que como bien sabemos, el burro no folla por amor, sino por insistencia.
Combatir a una guarra: Difícil tarea en la que te encomiendas. Solo cabe esperar que el tío aguante como un santo todas sus “torturas” (ja, seguro que le supone un auténtico infierno) o ser tú mas guarra. Esta última táctica siempre funciona, pero corres el riesgo de convertirte en una guarra mercenaria, que luego todo se sabe.
Todo macho ha sucumbido ante los encantos de alguna guarra. Pero señoras, así no se consiguen Mesías. No caigan en esta espiral de perdición.
Eso sí, las tácticas de una guarra siempre estarán permitidas en el caso de que quiera tocar los cojones a una guarra o calentar a un macho ibérico hasta que se le salgan los ojos de las órbitas para demostrarle cuán debil es ante el sexo femenino. ¡Ser guarra por un día es divertido! (Pero no os acostumbréis)
Después de éstas humildes reflexiones, sin más me despido
Sinceramente
MM